Burocracia obstaculiza derecho de niños brasileños a la adopción

Mientras aguardaba en el pasillo frío, sentado en un banco de cemento, Jefferson Seidler, de 42 años, sentía sus manos sudar por la ansiedad. Sus hijos, tan esperados, en fin llegaban. Su voz se quebró cuando los señaló a la esposa, Silvana Kronemberger, de 41 años: “Creo que son ellos que vienen allí”. Fueron cuatro años de gestación y una propuesta mucho mayor a la registrada en el Registro Nacional de Adopción. Habían pedido un niño menor de tres años. Acabaron adoptando trillizos.

La madre, que hasta hoy conserva los zapatitos que llevaban las niñas en aquel primer encuentro (el niño estaba descalzo), aún recuerda toda la angustia que sintió desde ese día hasta cuando, un mes más tarde, Caio, Camila y Carla, hoy con 6 años, fueron finalmente a la casa de su nueva familia.

Hasta este 25 de mayo, cuando Brasil celebra el Día Nacional de la Adopción, 7.493 niños en Brasil esperaban ser adoptados. Sin embargo, solo 4.826 de los niños inscritos en el Registro Nacional de Adopción están totalmente disponibles para irse a un nuevo hogar. Los demás aún tienen vínculos con sus familias de origen, una situación que abre la posibilidad nuevas apelaciones que podrían obstaculizar la adopción.

Ese número, sin embargo, representa un poco más del 10% de los niños que viven en refugios hoy en día. El Consejo Nacional de Justicia informa que unos 46 mil niños y adolescentes viven lejos de sus parientes biológicos y no menos lejos de un hogar permanente, atrapados en un limbo legal mientras aguardan la separación de su familia de origen.

Por otra parte, 39.633 postulantes para adopción esperan. La mayoría de ellos (alrededor del 80%) no declaran ninguna preferencia racial, al 63% no les importa el sexo del niño y el 32% están dispuestos a adoptar hermanos o niños con problemas de salud o discapacidades.

Burocracia

Según Suzana Borges Viegas, profesora de derecho civil de la Universidad de Brasilia (UnB), las preferencias de los requirentes no son el principal motivo para que tarde tanto el proceso.

“Lo que realmente contribuye para la demora en el proceso es la gran cantidad de trámites burocráticos. Los juzgados de infancia no pueden prescindir de ninguno de los procedimientos legales, incluso para evitar problemas como el rechazo. Además, algunas etapas son realmente largas. Solo por mencionar un ejemplo, el enderezar la situación del niño lleva cerca de un año. Romper los lazos con la familia de origen requiere precaución porque el Estado tratará antetodo de hacer que el niño se quede con su familia de sangre”, explica.

Una forma de acelerar el proceso, en su opinión, sería aumentar el personal en los tribunales de adopción. También aboga por la aprobación de un proyecto de ley presentado en febrero por el Ministerio de la Justicia y Seguridad Pública, que establece plazos para la tramitación del proceso. El proyecto prevé aún la concesión más rápida de tutelas temporales. “Esa nueva regla podría asegurar que los niños se unan a la nueva familia antes de la conclusión del proceso”, explica Viegas.

Para la madre de los trillizos, Silvana Kronemberger, la espera valió la pena. “Mis hijos son el símbolo más grande del amor de Dios por mí. Él me dio el honor de amarlos y educarlos para que sean personas plenas, hombres y mujeres que podrán hacer de este mundo un lugar mejor y demostrar que construir una familia es posible y vale la pena.

Traducción: Lucas Magdiel