Un millón de indígenas brasileños luchan por sobrevivir
En Brasil, aproximadamente 1 millón de indígenas de más de 250 grupos étnicos viven en casi el 14% del territorio nacional. En medio de las amenazas de violencia y el riesgo de ser despojados de sus derechos por la presión de los terratenientes, empresas mineras e hidroeléctricas, los indígenas se ven obligados a luchar por la autonomía. Intentan utilizar el comercio y el turismo como formas alternativas de volverse menos dependientes de los recursos cada vez más escasos de la Fundación Nacional del Indígena (Funai).
Esos son algunos de los principales desafíos que deben ser recordados en este 19 de abril, Día del Indígena en Brasil, según dijeron expertos escuchados por Agência Brasil.
Para tener éxito en su intento de vender sus propios productos y en el uso de los recursos naturales de sus territorios, los pueblos indígenas se enfrentan al reto de buscar una mayor representatividad en el Congreso, ya que corresponde al poder legislativo crear políticas específicas para proporcionar seguridad jurídica y asegurar el desarrollo financiero del cual siempre los indígenas brasileños siempre han sido privados.
Representatividad
En el congreso brasileño, según el antropólogo y profesor de la Universidad de Brasilia Stephen Baines, los indígenas son dejados de lado mientras se forjan vínculos entre ejecutivos y terratenientes. “Hay una desproporción absurda en el congreso brasileño que favorece a los que quieren el retroceso de los derechos de los pueblos indígenas como están previstos en la Constitución de 1988 y en el derecho internacional”, dijo a Agência Brasil.
“Nuestro congreso es extremadamente conservador y representa –a través de legisladores vinculados a terratenientes, a la agroindustria, a compañías y consorcios de minería y a las hidroeléctricas– la mayor amenaza a los derechos de los pueblos indígenas”, afirmó el antropólogo.
Miembro del Frente Parlamentario de la Agricultura y líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en la cámara baja, el diputado Nilson Leitão, dijo que “ningún proyecto” aprobado por el Congreso es perjudicial a los intereses de los indígenas. “Puede ir contra de los intereses de intermediarios, mediadores u organizaciones sociales, que afirman que trabajan en pro de los indígenas. No conozco a ningún diputado que defienda el sector productivo y trabaje contra los indígenas”, dijo.
Leitão agregó que los “verdaderos aliados del indígena son los productores”. “[Los indígenas y productores] son vecinos, viven en el mismo lugar, tienen las mismas peculiaridades y colaboran uno con el otro. No hay conflictos entre ellos a excepción de los provocados por las organizaciones sociales”, dijo.
El asesor de Funai en el Congreso, Sebastião Terena, señaló que los líderes indígenas han trabajado para impulsar la participación de los indígenas en las elecciones de 2018, en especial en el Congreso Nacional. Las dificultades, sin embargo, no son pocas. En la historia del Parlamento brasileño, el único indígena elegido fue Mário Juruna, que se convirtió en miembro de la Cámara de Diputados en 1982.
De acuerdo con Terena, solo 117 indígenas ejercen como concejales en 25 estados. Otros cuatro ejercen como alcaldes y uno como vicealcalde. “Pese a la falta de recursos e infraestructura, por primera vez tendremos precandidatos indígenas en al menos 10 estados y en el Distrito Federal”, dijo Terena. Las candidaturas se anunciarán oficialmente en julio.
Sostenibilidad
Es difícil para los indígenas planear grandes iniciativas antes de que se aborden los problemas de demarcación de tierras, lo que también incluye la seguridad jurídica, dijo Baines.
“Es crucial que se muestre respeto por los indígenas y su forma de vivir y producir. Para ello, los derechos establecidos por la Constitución y por las convenciones internacionales deben ser aplicados”, enfatizó Baines, mencionando convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos de los pueblos indígenas.
Los grupos indígenas que tienen sus territorios demarcados han logrado buenos resultados en el comercio de sus productos. Un sondeo presentado a Agência Brasil por el Instituto Socioambiental (ISA) encontró que, solo en la cosecha 2017/2018, el grupo étnico Kaiapó, del norteño estado de Pará, recaudó cerca de US$ 300 mil con la venta de 200 toneladas de castaña. Otros US$ 11,5 mil se obtuvieron con la venta de semillas de cumaru, una planta utilizada para fabricar medicinas y aromas, y también como insumo en la industria de la madera.
La castaña rindió a los Xipaya y Kuruaya, también de Pará, US$ 133 mil. Además, cerca de 6 mil piezas de artesanía provenientes de los Territorios Indígenas del Alto y Medio Río Negro rindieron US$ 73,8 mil a los indígenas de la región. Otros grupos obtienen sus ingresos con la comercialización de champiñones, pimienta y miel.
El presidente de Funai, el general Franklimberg Ribeiro Freitas, dijo que corresponde a los indígenas decidir sobre el modelo de desarrollo que adoptarán. “Funai debe apoyarlos para ayudarlos a alcanzar sus metas”, afirmó a Agência Brasil. “En varias regiones, la producción de los indígenas se ha dirigido al comercio de sus productos y servicios, como el turismo ecológico. Esas experiencias han demostrado que la minería, el comercio y el turismo sostenibles pueden ayudar a expandir el desarrollo de los territorios indígenas”, dijo.
*Con la colaboración de Andréa Quintiere y Paulo Victor Chagas