Hace treinta años Brasil perdió la poetisa Cora Coralina
Hace 30 años, en 10 de abril de 1985, Cora Coralina murió en la ciudad de Goiânia, ubicada en la región centro-oeste de Brasil, por complicaciones derivadas de una neumonía. Hija de un juez y de una dueña de casa, pasó su infancia y adolescencia en una casa que pasaría a ser conocida como “la vieja casa del puente”, a las orillas del río Vermelho, hoy transformada en un museo.
La imponente casa erigida al borde del río llama la atención de aquellos que conocen la antigua capital del estado de Goiás. Tanto la ciudad como la casa le encantaron a la niña que nació allí en agosto de 1889, pero no le bastaron a la mujer en que se ha convertido. Para deshacerse del conservadurismo impuesto a las mujeres de su época, ella se desprendió de sus raíces y dejó el lugar donde creció para perseguir sus sueños. La niña Ana Lins Guimarães Peixoto se convirtió, por su experiencia e ingenio, en Cora Coralina, la poetisa de Goiás.
El cambio empezó a operarse cuando se enamoró del abogado y jefe de policía Cantídio Tolentino de Figueiredo Bretas, con quien se fue de Goiás en 1911, ya embarazada de gemelos –los dos primeros de un total de seis hijos–. Cantídio estaba casado, y como en aquel entonces no existía la figura del divorcio en la legislación brasileña, ellos solo pudieron oficializar su unión en 1925, cuando él enviudó. Ella crió a los niños en el estado de São Paulo, y tras la muerte de su marido se dedicó a diversas actividades para mantener a su familia. Cora fue vendedora de libros y agricultora.
Sin embargo, solo renacería como poetisa 45 años después, luego de volver a su ciudad natal. Al encontrarse con sus hijos crecidos, decidió retomar su vida, poniendo en sus versos la vida dura que vivió.
Para Goiandira de Fatima Ortiz de Camargo, profesora de literatura de la Universidad Federal de Goiás, "la ciudad y su gente están presentes en la poesía de Cora. En esta se puede ver claramente una recuperación de la memoria. Aunque la poetisa habla en el tiempo presente, lo hace para recuperar aquello que vivió, poniéndolo en limpio para que los jóvenes no cometan los mismos errores”, explica.
Según Marlene Vellasco, directora del museo Casa de Cora Coralina y amiga de la poetisa, el seudónimo surgió cuando todavía era una niña. "Ella creó este seudónimo a los 14 años. El nombre Ana cayó en el olvido, así como la chica fea, de poco cabello, la tontita de la casa. Ella se asume como Cora Coralina, que es un nombre fuerte, que significa corazón rojo, en homenaje al río”, cuenta Marlene.
Residente en la ciudad de Goiás, Antolinda Baia Borges, hoy con 82 años, fue amiga de la poetisa y la acompañó hasta el fin de su vida. La empresaria cuenta que conoció a Cora cuando ella regresó desde São Paulo. "Para mí, Cora fue una persona muy fuerte, audaz y valiente. Cuando, en Goiás, las mujeres no podían siquiera ver la procesión, Cora tuvo las agallas para marcharse a la grupa de un hombre casado. Y cuando volvió también fue así, de repente. Nos sorprendió a todos porque la imagen que teníamos de ella era la de aquella mujer que huyó para casarse”, dijo.
De acuerdo con Ebe Maria de Lima Siqueira, profesora de literatura en la Universidad Departamental de Goiás (UEG) “la parte del matrimonio no aparece de forma manifiesta en su poesía, este período constituye un hiato en la obra de Cora. Lo que sí llega a decir en su poesía es que esperaba a un príncipe y acabó cayendo en la red de un pez de escamas plateadas, aunque ese pez también mostraría tener muchas espinas. O sea que como no habla sobre su relación con el marido, nos damos cuenta de que siempre estuvo muy sola en sus decisiones."
Para Maria Meire de Carvalho, profesora y directora del campus de la Universidad Federal de Goiás, Cora Coralina es un ejemplo. "Falta a las mujeres esa osadía, ese valor. Cora hizo la autodenuncia en la poesía. Eso es lo que tenemos que hacer, sin preocuparnos con los rótulos. "No tengas miedo de las piedras que te arrojarán” decía Cora.
Su amiga Autolinda nos dice que, cuando el poeta Carlos Drummond de Andrade ensalzó la poesía de Cora Coralina, en 1980, en un artículo publicado en el diario Jornal do Brasil, en el cual pone de relieve la importancia de su obra para la literatura brasileña, la fama repentina no le subió a la cabeza. "Ella siguió con la misma humildad, pobre, viviendo en la misma casa con paredes sostenidas por palos. Hacía caramelos para poder sobrevivir. Aunque se sintiera orgullosa, no tenía una pizca de vanidad."
En su opinión, Cora tenía una personalidad fuerte, en ocasiones autoritaria, y una fuerza de voluntad increíble. Era una libertaria. "Cuando se pensaba que no, ella estaba allí en medio de aquel caos o en el fondo del patio recogiendo sus papayas. Cora tenía un conocimiento nato, y el gran amor de su vida fue la poesía”, recuerda su amiga.
Traducción: Lucas Magdiel
Fonte: Hace treinta años Brasil perdió la poetisa Cora Coralina