Se expande el mercado de cafés especiales dentro y fuera de Brasil
El cultivo y la producción de café especial pueden aumentar el mercado y agregar valor a uno de los productos más tradicionales de la agricultura brasileña. La expansión potencial tendrá lugar si el país vende más café procesado y revierte la tendencia de comercialización de las exportaciones.
Según el resumen ejecutivo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, Brasil exportó 34,1 millones de sacos de café (60 kg) el año pasado. Unos nueve de cada diez sacos vendidos fueron de café verde (granos no tostados). La comercialización de café tostado y soluble representa poco más del 10% del total.
Según Ivan Oliveira, Director de Estudios y Relaciones Económicas y Políticas Internacionales de IPEA, el país perdió espacio en la venta de café industrializado. De acuerdo con él, en la década de 1990, el 51% de las exportaciones eran de café soluble listo para el consumo.
“Perdimos mucho espacio en el café procesado en el mundo”, señala. “Nos escapó el avance de la industrialización y de la gourmetización del café, muy debido al cierre del mercado brasileño de granos”, señala.
El cierre del mercado brasileño a granos producidos en otros países es una medida de protección fitosanitaria para evitar la contaminación de los cultivos brasileños con plagas que pueden ingresar al país por medio de los granos importados. Sin embargo, el estudio de IPEA señala que la medida tiene el efecto de generar una barrera no arancelaria que aumenta el costo del grano importado en un 13,61%.
Para Oliveira, eso dificulta el aumento de la producción de café soluble, que tiene mayor valor agregado que el producto en granos y cuya industrialización genera más empleos. “Al cerrar el mercado, al no permitir la entrada de granos de café en Brasil, no se garantiza la materia prima fundamental al inversionista que desea establecer una planta procesadora de café para que pueda tener la actividad”, dice.
Según el experto, si Brasil no tuviera una política tan dura de protección, podría dedicarse más a la producción de cafés hechos de mezclas (blends) como lo hacen por ejemplo Alemania, Francia, los Países Bajos, Bélgica y España. Al revés, Brasil es un nicho de mercado para estos países en la compra de cápsulas de café que traen productos mixtos de diferentes orígenes (Asia, África, América Central y América del Sur).
“Las grandes compañías no vienen aquí debido a este tipo de dificultad: necesitan un tipo de café para producir blends pero Brasil prohíbe las importaciones”, analiza Antônio Guerra, el jefe general de Embrapa Café.
Nathan Herszkowicz, director ejecutivo de la Asociación Brasileña de la Industria del Café (ABIC), cree que el éxito de las exportaciones de café verde ha desalentado la venta de café más procesado. “Este valor siempre ha sido tan expresivo que los brasileños han perdido la visión de oportunidad que el mercado podría presentar”. Sin embargo, reconoce que “exportar el grano crudo es dejar de obtener una parte significativa del precio del saco”.
Sílvio Farnese, director de Comercialización y Suministro del ministerio, admite que el café soluble es un producto estratégico que abre las puertas al producto brasileño en mercados sin el hábito de consumir la bebida, como los países asiáticos, porque “se prepara como un té”.
Farnese considera que es importante hablar de agregación de valores, pero que eso tiene que repensarse en el contexto económico. “El mercado globalizado tiene dificultades para aceptar de uno solo país la producción integral. Si el país quiere vender el top de la agregación de valor, quita al comprador la posibilidad de que haga parte del producto y gane con esto”, dice.
“En la economía globalizada tenemos que dividir los ingresos. Quien produce gana una parte, quien industrializa gana otra”, dice. Según el director, Brasil está tratando de agregar valor al café para mejorar la calidad del grano ofrecido y la especialización. “En la producción de café, hay la posibilidad de cambio de sabor, aroma y paladar, a depender de la mezcla de los granos.”
Según los expertos escuchados por Agência Brasil, el mercado del café en Brasil crece a un promedio del 2% anual. En el caso de cafés especiales, el crecimiento es del 7% anual. El aumento en la producción de café especial ya se refleja en las exportaciones; son dos de cada diez sacos exportados por Brasil.
La Asociación Brasileña de Cafés Especiales (BSCA por sus siglas en inglés) acreditó a 14 empresas exportadoras en los estados de Minas Gerais, Paraná y São Paulo, y describió 45 variedades.
La maestra tostadora Nathalia Rodrigues, quien trabaja en una microempresa de tostado de cafés especiales en Brasilia, se queja de la infraestructura para el flujo de producción y exportación, lo que también afecta a otros sectores de agronegocios. “Vender café especial para el mercado extranjero requiere una logística para la cual Brasil aún no está preparado”, advierte.
La logística es crucial para acelerar la entrega del café especial a su destino. La inmediatez de este proceso favorece el consumo de un producto de mayor calidad. “Después de que se tosta el café, hay una pérdida sensorial, con la oxidación del fruto y la reducción del dióxido de carbono”, explica.
Según la maestra, hoy en día se comparte el conocimiento sobre estos procesos y existe una mayor comprensión de la importancia de producir con excelencia. “Hay un reconocimiento nacional de que podemos ocupar una escala mucho mayor que la que venimos ocupando. La escena especial del café está sucediendo ahora.”