El fútbol sala abre puertas y promueve el fútbol femenino en Brasil
¿Qué tienen en común las porteras Bárbara, Lelê y Camila, las defensas Rafaelle, Mônica y Kathellen, las laterales Tamires y Bruninha y las delanteras Geyse, Debinha y Marta, además de haber representado a Brasil en el último Mundial femenino? Todas han jugado al futsal.
No es casualidad. Una de las conclusiones del estudio Diagnóstico del Fútbol Femenino en Brasil, elaborado por el Ministerio de Deportes, es que el 88% de las futbolistas adultas en activo del país han jugado al futsal en algún momento de su carrera. En cuanto a los jugadores juveniles, la estadística es similar: el 89% de ellos ha jugado al fútbol sala o lo sigue haciendo.
"El fútbol sala es uno de los deportes más practicados del mundo. Vayas donde vayas, hay una cancha. Para las chicas es mucho más fácil acceder a él", afirma Talita Queiroz, entrenadora de las categorías inferiores del club Magnus Taboão, de Taboão da Serra (São Paulo), uno de los principales equipos de futsal del país. "Trabaja mucho la técnica, la táctica, el dominio del balón y la toma de decisiones. Los que salen del futsal llegan mucho mejor preparados para el fútbol", añade la entrenadora.
Talita trabaja con los equipos sub12 y sub14 de Taboão, donde hay niñas que se dividen entre el fútbol sala y el fútbol en el césped. Es el caso de Victória Morais, de 13 años, quien también juega en el equipo sub-15 del club São Paulo.
"Salgo de la escuela, voy al campo [del São Paulo], luego hay entrenamiento de futsal por la noche. Ajetreado, agotador, pero sé que a la larga valdrá la pena", afirma Victória, que no tiene prisa por decidir a qué deporte se dedicará.
"Me encanta el fútbol en sí. Ya sea en el césped o el futsal. Ahora mismo no sé elegir. Sólo quiero jugar, ser feliz y hacer lo que me gusta", afirma.
Isabella Fernanda, de 12 años, es otra niña que combina los dos. Nació en Boituva, también en São Paulo. Además de entrenar con el equipo sub12 del club Taboão, forma parte del proyecto Ninãs en Campo, en la capital, que acerca el fútbol a niñas de 8 a 17 años.
"Empecé en la cancha, en mi pueblo. Éramos otra chica y yo, entre los chicos", recuerda la niña, que tiene a Tamires y Debinha, de la selección brasileña, como sus jugadoras favoritas, y que se emocionó al saber que ambas llegaron a jugar al fútbol sala.
Entorno seguro
Victória también empezó a jugar al balón entre los chicos, tanto en el salón como en el césped. Según Letícia Morais, su madre, el miedo de que su hija sufriera prejuicio por querer jugar al fútbol puso en alerta a la familia, pero no faltó apoyo.
"Cuando ella empezó, no había mucho fútbol femenino. Fue aquí, en Taboão, donde empezó a jugar con niñas a los nueve o diez años. Ahora es en el césped donde vemos este trabajo de formación", comenta Letícia.
El escenario ilustra otro hallazgo del estudio. En los últimos cuatro años, los programas financiados a través de secretarías o direcciones relacionadas con el Ministerio de Deporte (las llamadas "acciones directas") tuvieron 94.990 beneficiarios, pero sólo 17.695 niñas o mujeres recibieron apoyo.
"Las políticas públicas son un medio para que las niñas entren en los proyectos. Sin embargo. para desarrollar la modalidad, no basta con que entren en los proyectos. Hay que tener estrategias para que se queden. Como parte de esto, me gustaría llamar la atención sobre la necesidad de un entorno seguro para las niñas y las mujeres en el deporte con respecto al acoso, la violencia y la violación", dijo Silvana Goellner, profesora de la Universidad Federal de Pelotas (UFPel), investigadora y activista en el fútbol femenino.
La encuesta es el paso inicial de la Estrategia Nacional para el Fútbol Femenino, impulsada por el Ministerio de Deportes y cuyo decreto firmó el presidente Luiz Inácio Lula da Silva a finales de marzo. El objetivo de este primer diagnóstico es orientar la creación de políticas y acciones relativas a la práctica de este deporte, prohibido a las mujeres en el país entre 1941 y 1983.