El cambio climático puede aumentar la pobreza extrema en Brasil
Los fenómenos relacionados con el clima pueden llevar de 800 mil a 3 millones de brasileños a la pobreza extrema a partir de 2030. Los datos son del Informe sobre Clima y Desarrollo para Brasil (CCDR, por sus siglas en inglés), divulgado el jueves (4) por el Banco Mundial.
Según el estudio – que evalúa políticas y opciones para que el país alcance sus objetivos climáticos y de desarrollo –, las sequías, inundaciones y crecidas en las ciudades causan pérdidas de R$ 13 mil millones al año, un 0,1% del PIB en 2022.
Para Stephane Hallegate, consultor del Banco Mundial para el Cambio Climático y coautor del informe, el país presenta grandes desigualdades y los pobres ya están más expuestos al riesgo de catástrofes y al cambio climático. Sin embargo, el escenario puede revertirse con inversión.
“Invertir en las personas y en las infraestructuras de zonas menos desarrolladas es importante para que esta población de bajos ingresos sea más resiliente. Esto les ayudará a salir de la pobreza y contribuirá al crecimiento económico del país", afirma.
El punto de partida del informe son los objetivos fijados por el propio país en el Acuerdo de París y en las ediciones de la Conferencia de las Partes (COP). Para alcanzar estos objetivos, se recomiendan acciones en cuatro frentes: reformas estructurales y medidas para aumentar la productividad; políticas económicas integrales para un crecimiento resiliente y bajo en carbono; políticas sectoriales y paquetes de inversión; y acciones para garantizar la financiación de las inversiones necesarias.
Con esto, se cree que Brasil puede alcanzar el desarrollo verde y detener la deforestación ilegal para 2028; reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 50% para 2030; y llevar a cero las emisiones netas para 2050.
Pobreza X crecimiento inclusivo
Aunque Brasil ha reducido drásticamente la proporción de personas que viven en la pobreza extrema en las últimas tres décadas, el número de individuos en esta condición aumentó en 2015 y 2016, alcanzando el 5,8% de la población en 2021.
Según el informe, el aumento de la pobreza extrema podrá oscilar entre el 0,4% y el 1,3% en 2030 a depender del modelo de desarrollo elegido. Algunos de los factores que podrían conducir a este escenario son las reducciones de los rendimientos agrícolas relacionadas con el clima, los fenómenos meteorológicos extremos, los cambios en los precios de los alimentos, los impactos sobre la salud y la reducción de la productividad laboral debido al calor.
El documento sugiere, aún, varias medidas para que Brasil cumpla su compromiso de deforestación ilegal cero para 2028 sin perjudicar el desarrollo. Entre ellas está el apoyo a las actividades económicas sostenibles basadas en el suelo y en los bosques.
Para los autores del estudio, la ampliación de las áreas protegidas, incluidos los territorios indígenas, mejoraría la gobernanza forestal, creando oportunidades de pago por el cuidado de la naturaleza, como el ecoturismo, la recolección sostenible de productos forestales no madereros y los sistemas agroforestales. La creación de Reservas Forestales Legales, tal y como exige el Código Forestal, también ofrecería oportunidades de generación de ingresos y crecimiento integrador.
Competitividad y energía
El cambio climático ya está alterando los patrones de temperatura y el régimen de lluvias en Brasil, lo que se traduce en una menor disponibilidad de agua y sequías prolongadas. Según el informe, estos problemas se agravarán con el tiempo y pueden generar graves consecuencias para la agricultura, el abastecimiento de agua en las ciudades, las infraestructuras de transporte y la generación de energía hidroeléctrica, afectando a la competitividad económica.
Dice el documento que el impacto previsto de un posible “punto de inflexión” en la Amazonia sobre el PIB brasileño en 2050 sería de aproximadamente R$ 920 mil millones. El “punto de inflexión” es un tipo de colapso y ocurriría cuando la cantidad de árboles ya no sea suficiente para generar la humedad necesaria para sostener el bosque.
Aunque Brasil es uno de los diez mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, su perfil de emisiones difiere del de otros países. Entre 2000 y 2020, el 76% de las emisiones del país tuvieron su origen en el cambio de uso del suelo, incluida la deforestación y la agricultura, frente al 18% de las emisiones mundiales. Por otra parte, casi la mitad del suministro energético de Brasil, incluido más del 80% de su electricidad, procede de fuentes renovables, frente a los promedios mundiales de entre el 15% y el 27%.
También según el informe, la prevalencia de las energías renovables y el potencial de Brasil para la producción de bienes y servicios verdes sitúan al país en una posición de ventaja competitiva en el suministro de los productos necesarios para la descarbonización (eliminación del dióxido de carbono de la atmósfera), incluidos los minerales verdes, el hidrógeno verde y los productos verdes manufacturados. Priorizar los esfuerzos para frenar la deforestación permitiría a Brasil no sólo preservar sus ecosistemas, sino descarbonizar gradualmente otros sectores productivos.
"El uso sostenible de los recursos naturales se está convirtiendo en un requisito para la competitividad en los mercados internacionales. En primer lugar, porque las tecnologías verdes están ganando terreno y esto afecta a la demanda. Por ejemplo, los vehículos eléctricos están creciendo rápidamente. Brasil ha demostrado capacidad para innovar y liderar las nuevas tecnologías y puede beneficiarse de ello" concluye Hallegate.