Exposición y libro revisitan la obra del artista Hélio Oiticica
En la búsqueda de un arte que resuene con la vida cotidiana, entrelazándose con las calles y el paisaje urbano, el artista Hélio Oiticica mantuvo una perspectiva distintiva y revolucionaria. Su visión, incluso después de su prematuro fallecimiento en 1980, a los 42 años, enfatizaba la importancia de que las instalaciones, pinturas y esculturas estuvieran íntimamente conectadas con los ciudadanos de a pie, en lugar de confinarse únicamente a estudios o museos. Este enfoque infundía poeticidad a lo cotidiano.
Con motivo del que habría sido su 86.º cumpleaños —nació el 26 de julio de 1937—, una exposición en el Centro Cultural Banco do Brasil de Brasilia, junto con una reveladora colección de cartas en un libro, rinden homenaje a sus creaciones intemporales, mientras los expertos avalan su perdurable significado.
La exposición "Delirium Ambulatorium" presenta más de 80 obras de distintas etapas de la vida de Oiticica. El nombre de la exposición, según el comisario Moacir dos Anjos, investigador de Pernambuco, remite a un término que el artista utilizaba para describir su principal catalizador creativo: el contacto con el mundo mientras caminaba por la ciudad.
Motivación
"Esta exposición pretende ser una retrospectiva completa, que abarque todo el espectro de su trayectoria artística", explica Moacir dos Anjos. Contextualiza el arte de Oiticica a partir de los años 50, inicialmente vinculado a la tradición constructiva del arte brasileño, marcada por las formas geométricas.
"Gradualmente, esto evolucionó hacia obras fragmentadas, primero como dibujos sobre papel, y luego transformadas en objetos que ocupan el espacio e invitan a la interacción. Las personas se convierten en parte integrante de las obras", ejemplifica.
Lo que antes adornaba las paredes como cuadros, ahora se despliega como arte en espacios abiertos". La década de 1960 influyó significativamente en el arte de Oiticica, abarcando encuentros con los músicos de Tropicália, la inmersión en la cultura popular, los ritmos de la Escuela de Samba de Mangueira y la interacción entre los movimientos corporales y la arquitectura, explica el investigador.
"Un cierto bambolear e improvisación, fundamentales para captar la autonomía y el protagonismo del cuerpo", subraya el comisario.
Para Oiticica, dice, el papel del artista pasa a ser el de un facilitador, al crear situaciones en las que las personas descubren y conviven con el arte. "Borra las fronteras entre artista y no artista, entre el museo y la calle", añade.
Cartas
Otra forma de conocer el pensamiento de Hélio Oiticica es leer las cartas que escribió a amigos, colegas artistas y familiares. El libro "Hélio Oiticica: Cartas 1962-1970", recopilado meticulosamente durante más de cuatro años de trabajo por la investigadora Tânia Rivera, profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro, en colaboración con Carlos Oiticica Filho, iniciador del proyecto, ofrece una profunda exploración a lo largo de más de 300 páginas.
"Desde muy joven, guardó diligentemente copias de las cartas que escribía. De ahí que contemos con una extensa colección que fue objeto de una meticulosa investigación. Este volumen representa la primera parte, con una segunda que abarcará la década de 1970 y cuya publicación está prevista para 2025. En los años sesenta, una época de efervescencia de ideas, producción creativa, vida en Londres y reacciones a la dictadura militar, estas cartas revelan el pensamiento de un joven que se adelantó a su tiempo", elucida Rivera.
Tânia Rivera considera las cartas como crónicas de su época: "En mi opinión, estas cartas deben considerarse parte integrante de la obra del artista. Reflejan una intensidad extraordinaria en la búsqueda de una sinergia total entre el arte y la vida. A veces divertidas, a veces profundas, ofrecen una visión profunda de los pensamientos del joven artista que partió demasiado pronto".