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La pampa sudamericana ha perdido el 20% de su vegetación de pastizales

En Brasil, la pampa es el segundo bioma más descaracterizado
Cristina Indio do Brasil – Reportera de la Agencia Brasil
Publicado en 10/12/2023 - 09:00
Río de Janeiro
Gado bovino no pasto. Foto:  Marilei Aberte/Pixabay
© Marilei Aberte/Pixabay

La vegetación de pastizales de la Pampa Sudamericana, un bioma que abarca más de 1 millón de kilómetros cuadrados entre Brasil, Argentina y Uruguay, sufrió una pérdida del 20%, incluyendo 9,1 millones de hectáreas de pastizales nativos, entre 1985 y 2022. La conclusión se obtuvo analizando imágenes de satélite tomadas durante ese periodo por MapBiomas Pampa, una red de colaboración de expertos de los tres países.

De la superficie cartografiada, el 66% se encuentra en Argentina (72 millones de hectáreas), el 18% en Brasil (19,4 millones de hectáreas) y el 16% en Uruguay (17,8 millones de hectáreas).

La Pampa Sudamericana ocupa el 6,1% de Sudamérica. Abarca la mitad sur de Río Grande del Sur (Brasil), todo Uruguay y parte de Argentina, al sur del Río de la Plata. MapBiomas Pampa informó que la biodiversidad de la región "se caracteriza por el predominio de vegetación herbácea nativa, conocida como vegetación de pastizal, y los bosques, aunque presentes, ocupan naturalmente una proporción menor. El clima de la región varía de subtropical a templado, con una marcada estacionalidad térmica de inviernos fríos y veranos calurosos y sin estación seca. Las precipitaciones se producen todos los meses del año".

Los datos muestran que la vegetación autóctona cubre actualmente menos de la mitad de la Pampa (47,4%), correspondiendo la mayor parte a vegetación de pastizal (32% del territorio), que tradicionalmente se ha utilizado para la ganadería. Según los investigadores, se trata de un caso único que combina la producción animal y la conservación de la biodiversidad "con una notable sostenibilidad ambiental".

Del ganado a la agricultura

Sin embargo, las zonas ganaderas se están reconvirtiendo hacia la producción agrícola, los pastos plantados o la silvicultura, que ya ocupa casi la mitad (48,4%) de la región. Según la evaluación, las superficies agrícolas y forestales aumentaron un 15% durante el periodo estudiado. El porcentaje corresponde a 8,9 millones de hectáreas.

Los mapas también mostraron que, aunque la silvicultura creció menos, lo hizo en 2,1 millones de hectáreas, lo que supone un aumento del 327%. La superficie de vegetación de pastizales pasó de 44 millones de hectáreas en 1985 a 35 millones en 2022. Esta vegetación es la base de la producción animal y la vocación natural del bioma.

El biólogo Eduardo Vélez, integrante del equipo de MapBiomas Pampa, señaló que en la última década hubo un aumento significativo de los precios internacionales de los commodities, lo que incentivó a una región caracterizada por la ganadería vacuna a migrar hacia la soja. "Por la rentabilidad económica, que en principio sería más ventajosa. El fenómeno se produjo en los tres países con mayor o menor intensidad. En Brasil fue más intenso en términos de proporción, fue el país que, en este período, más perdió en términos de vegetación de pastizales", reveló.

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En Brasil, entre 1985 y 2022, el uso agrícola de la Pampa aumentó en 2,1 millones de hectáreas - TV Brasil

En Brasil

Según el estudio, la pérdida de vegetación de pastizales en Brasil ascendió a 2,9 millones de hectáreas. La reducción en el período de 38 años equivale al 32% de la superficie que existía en 1985. "Si miramos el mapa de Brasil, la Pampa es casi inexpresiva, por eso nadie le presta atención, pero es un bioma importante que forma parte de la diversidad biológica de Brasil", dijo.

La cartografía muestra que, entre 1985 y 2022, el uso agrícola de la tierra aumentó en 2,1 millones de hectáreas. La silvicultura, por su parte, aumentó su extensión en más de 720 mil hectáreas en el periodo, un incremento equivalente al 1.667%. La superficie total ocupada por pastizales en 1985 era de 9 millones de hectáreas, mientras que en 2022 no superaba los 6,2 millones de hectáreas.

Cuando comenzó el período de mapeo del bioma, en 1985, el nivel de conversión ya era alto. En aquel momento, el 40% de la región estaba dedicada a la agricultura, la silvicultura y las zonas urbanas. Sin embargo, en los últimos 38 años el paisaje ha seguido modificándose. El resultado es que el proceso de conversión de entornos naturales en zonas antropizadas –lugares en los que las características originales se ven alteradas por la ocupación humana– no se ha estabilizado en la región.

"Esperábamos que se estabilizara en los últimos años y se mantuviera la superficie agrícola y la vegetación natural, pero continúa cada año y este proceso aún no ha terminado. Tiene consecuencias ambientales porque estamos perdiendo biodiversidad, muchas especies amenazadas y en peligro de extinción, sobre todo plantas, además de la pérdida de infiltración de agua en el suelo y una mayor contaminación por pesticidas", señaló.

"La Pampa hoy es la segunda en descaracterización después de la Mata Atlántica. Es el segundo bioma más destruido. En la Mata Atlántica se ha estabilizado, en la Pampa todavía no. Esto nos preocupa mucho. Es como si Brasil no estuviera mirando a la Pampa", dijo el biólogo.

El biólogo añadió que la ganadería en aquel bioma es diferente de la que se produce en el Centro-Oeste y Norte del país, que necesitan deforestar y plantar vegetación exótica para delimitar las áreas de pasto. En el sur, dijo, la pérdida del uso de la vegetación de pastizal, como se hacía originalmente, también pone en riesgo la producción de la llamada carne verde.

"Es una ganadería que convive con la vegetación autóctona en absoluta armonía y eso permite una ganadería neutra en emisiones de carbono y que produce una carne más sana. Además de que la forma de vida de los animales es mucho más ligera para ellos al estar en un entorno natural y no estar confinados a una sola especie para alimentarse. Esta ganadería sustentable que tenemos aquí en la Pampa está empezando a perder escala y una ventaja económica competitiva", afirmó.

En Argentina

La mayor pérdida de vegetación de pastizales, en términos absolutos, se produjo en Argentina, por tener la mayor superficie pampeana de los tres países. Allí, la reducción totalizó 3,7 millones de hectáreas, lo que equivale a 182 veces el tamaño de la ciudad de Buenos Aires. En 38 años, la pérdida equivale al 16% de la superficie, que pasó de 23,1 millones de hectáreas en 1985 a 19,4 millones en 2022. En el país vecino, la causa de la reducción fue la expansión de las áreas agrícolas y los pastizales plantados con especies exóticas. En Argentina, la silvicultura creció en 317 mil hectáreas entre 1985 y 2022.

En Uruguay

En Uruguay, el efecto combinado del avance de la agricultura y la silvicultura resultó en una reducción significativa de los pastizales. Eran 2,5 millones de hectáreas, es decir, 47 veces la superficie de la región de Montevideo. En ese país, la disminución es del 20% en comparación con la superficie total de 1985.

Según el mapeo, el uso agrícola de la tierra aumentó un 42% en el periodo de 38 años. Pasó de 3,2 millones de hectáreas a 4,5 millones. En términos proporcionales, la silvicultura fue la que más creció (748%), pasando de 143 mil hectáreas en 1985 a 1,2 millones en 2022. "La superficie de forestación en Uruguay ya supera la observada en la región pampeana de Argentina (775 mil hectáreas) y Brasil (762 mil hectáreas)", señaló el estudio.

"En Argentina, la conversión a la agricultura fue mayor que en 1985, aunque perdió mucho. Perdió más que nosotros y que Uruguay en este período, pero en proporción a lo que tenía en 1985, Brasil fue el campeón, lamentablemente, porque nuestra legislación ambiental es mucho más fuerte que la de ellos", ironizó.

MapBiomas Pampa Trinacional

La red de colaboración incluye expertos de Argentina (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria-INTA, Universidad de Buenos Aires y la ONG Fundación Vida Silvestre Argentina), Brasil (Universidad Federal de Río Grande del Sur y GeoKarten) y Uruguay (Facultad de Agronomía y Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria-INIA y Ministerio de Medio Ambiente).