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Crisis climática: Jóvenes brasileñas llevan reivindicaciones al Papa

Catarina y Helena son parte de una comitiva de niños y adolescentes
Mariana Tokarnia - Reportera de Agência Brasil
Publicado en 15/05/2024 - 16:22
Río de Janeiro

Maria Helena Garrido, una joven brasileña de 17 años, experimentó de primera mano la devastadora sequía que golpeó al estado de Amazonas en 2023. Privada del flujo del río Negro para navegar, se encontró atrapada durante un mes sin poder retornar a su comunidad indígena, Tumbira. Por otro lado, Catarina Lorenzo, también de 17 años, presenció cómo gran parte de la tierra donde su familia posee una casa, en la península de Maraú, en Bahía, fue engullida por el avance del océano. Sintió el calor abrasador del agua marina en su piel y observó como los corales de la región perdían sus colores.

Estas jóvenes son parte de una delegación de niños y adolescentes que se reunirán con el Papa Francisco en el Vaticano este próximo jueves (16). La comitiva, compuesta por representantes de Brasil, Colombia, Estados Unidos, Guatemala y México, entregará al pontífice dibujos y mensajes de niños que han respondido a la pregunta: "¿Cómo pueden los líderes mundiales ayudar a proteger a los niños y a la naturaleza?" Además, instarán a que se redacte una nueva Encíclica, un documento papal destinado a servir de guía para toda la Iglesia Católica, con el objetivo primordial de proteger a los niños. "Estamos aquí para compartir nuestras vivencias y testimonios. Fui testigo de todas las situaciones durante la sequía del 2023. Vi y experimenté todo lo que aconteció en la Amazonia, la profunda escasez de agua que afectó a innumerables familias, una realidad que casi llegó a destruir la Amazonia", declara Maria Helena.

La sequía que azotó al estado de Amazonas en 2023 se posicionó como la peor en 121 años, afectando las 62 ciudades de la región. La comunidad indígena de Tumbira está situada en la Reserva de Desarrollo Sostenible de Río Negro. Según Maria Helena, acceder a esta comunidad en coche resulta imposible debido a su ubicación en una región de arroyos. Los habitantes dependen completamente del río para sus actividades económicas, cotidianas y como medio de transporte. "Recuerdo haber pisado un suelo que antes estaba completamente inundado. Lo que presencié fue una sequía que nunca imaginé que pudiera ocurrir, pero que es una realidad debido al cambio climático global. El agua prácticamente desapareció. Además del calor abrumador, parecía como si estuviéramos siendo cocidos vivos. El aire dentro de las casas era escaso, lo que dificultaba la respiración y el desarrollo de cualquier actividad. Era una lucha constante por sobrevivir en un lugar que era mi mundo. Me sentía impotente, incapaz de hacer casi nada", rememora la adolescente.

Después de realizar un examen en Manaos, Maria Helena se vio atrapada en la ciudad debido a la sequía, sin poder regresar a casa durante un mes entero. Esta experiencia la lleva a instar a la población en general, y especialmente a los líderes a nivel regional, nacional y mundial, a prestar una atención real a las alertas climáticas y a ofrecer una ayuda efectiva a quienes están enfrentando tragedias. Expresa su decepción al observar que, a pesar de las promesas de ayuda, la realidad mostró una respuesta insuficiente por parte de muchos. "Si no nos esforzamos por un mundo más saludable y digno, no tendremos nada. Porque sin suelo donde apoyarnos, sin tierra para cultivar, sin oxígeno para respirar y sin agua para beber, de todos modos no podremos sobrevivir", afirma.

Tanto Maria Helena como Catarina enfatizan la importancia de que los líderes y el mundo en general escuchen la voz de los niños y adolescentes. "Cada vez estoy más convencida de que las catástrofes climáticas que estamos presenciando, como la ocurrida en Río Grande del Sur y tantas otras, han sido advertidas. No es solo la ciencia la que nos alerta, sino también los activistas y los jóvenes que ven el problema. Están clamando que debemos despertar, detener la deforestación y buscar un verdadero equilibrio con la naturaleza. Si no cuidamos de ella, la naturaleza, lamentablemente, nos responderá de alguna manera. Me duele profundamente, y siento cierta indignación, si puedo llamarlo así, al ver que advertimos sobre estos eventos y la gente parece despertar únicamente cuando el problema se vuelve inminente", expresa Catarina.

Catarina, quien ha sido una activista climática desde su infancia, se destacó a los 12 años al presentar la petición "Niños contra la Crisis Climática" ante las Naciones Unidas. Su compromiso con la causa se extiende tanto a nivel nacional como internacional. "Creo que mi generación ha adquirido una mayor conciencia sobre este tema. Sin embargo, dado que la acción es necesaria de inmediato, es crucial que mi generación se involucre ahora para que nuestras voces sean realmente escuchadas en relación con lo que queremos para nuestro futuro", enfatiza la adolescente, que tiene tiene grandes expectativas respecto a la reunión con el líder mundial y cree firmemente en el poder transformador del liderazgo ejercido por la máxima autoridad de la Iglesia católica para impulsar cambios significativos.

Actualmente residente en Salvador pero criada en la península de Maraú, Catarina ha experimentado de primera mano las olas de calor no solo en su región, sino también en diversas partes del mundo. "No podía concentrarme en mis estudios ni realizar las actividades diarias, y me veía obligada a refugiarme en la playa, sumergiéndome en el mar para no morirme de calor. Ni siquiera los ventiladores eran suficientes", relata. Además, desde su infancia, Catarina ha observado los cambios en el océano y en los corales, que han ido perdiendo su color. "Recuerdo claramente que cuando era pequeña, aunque en ese entonces no comprendía completamente lo que era el cambio climático, percibía que algo no estaba bien. Siempre había disfrutado nadando en ese lugar, pero en una ocasión, el agua estaba extraordinariamente caliente. Incluso cuando me sumergí hasta el fondo, la temperatura seguía siendo abrasadora y tuve que salir del agua", añade.

La joven también rememora cómo eran las extensas tierras de su familia, mucho más amplias antes de que fueran invadidas por el mar. "He visto a mis vecinos perder sus hogares e incluso restaurantes", lamenta. "Somos conscientes de que esto es solo el comienzo, y tristemente, si continuamos así, el océano seguirá avanzando sin cesar. Llegará un punto en el que tal vez mi hogar, el de mis amigos y todos los preciosos recuerdos que hemos construido en este lugar desaparezcan", explica.

La comitiva también participará en un panel dedicado a niños y jóvenes, junto al líder religioso, durante el evento "De la crisis climática a la resiliencia climática", promovido por el Vaticano. Catarina, Maria Helena y el colombiano Francisco Vera, de 14 años, viajan como invitados por Alana, una organización de impacto socioambiental que busca promover un mundo mejor para los niños. El encuentro con el Papa también cuenta con la organización de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), la UCLA Lab School y la Universidad de Massachusetts en Boston (UMass Boston).