Brasil e Indonesia: relaciones en crisis debido a ejecución de brasileño

La ejecución del brasileño Marco Archer creó una crisis diplomática entre Brasil e Indonesia. El sábado (17), día del fusilamiento, la presidenta Dilma Rousseff, quien ya había hecho un pedido de clemencia al presidente indonesio Joko Widodo para que Archer no fuera muerto, dijo que estaba “consternada” e “indignada”, y llamó a consultas al embajador de Brasil en Yakarta. En términos diplomáticos, la medida representa el rechazo contra el país en el que se encuentra el embajador.

El ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, dijo en una conferencia de prensa el sábado (17) que la ejecución de Archer provoca una sombra sobre la relación entre los dos países. “Llamar al embajador a consultas expresa gravedad, un momento de tensión”, explicó el ministro. Otra medida adoptada por la cancillería fue convocar al embajador de Indonesia en Brasil, poco después del fusilamiento, y entregarle una nota formal de protesta para reiterar la insatisfacción del gobierno.

Según Vieira, se agotaron todos los recursos para evitar la ejecución de la sentencia. El argumento utilizado por el gobierno es que no hay pena de muerte en Brasil. El ministro subrayó que, en ningún momento, se negó la gravedad del acto cometido por el brasileño.

El canciller dijo que se proporcionó toda la ayuda a Marco Archer y que lo mismo se está haciendo por Rodrigo Gularte, otro brasileño que se encuentra en el corredor de la muerte en Indonesia por el mismo delito.

El cuerpo de Archer fue incinerado y las cenizas serán traídas a Brasil por su tía, Maria de Lurdes Archer Pinto.

Archer fue el primer brasileño ejecutado por un delito en el extranjero. Trabajaba como instructor de vuelo libre y fue detenido en agosto de 2003, cuando trató de entrar en Indonesia, por el aeropuerto de Yakarta, con 13,4 kilos de cocaína ocultos en un ala delta desmontada en siete equipajes. Él logró escapar del aeropuerto, pero fue encontrado dos semanas después, en la isla de Sumbawa. Archer confesó el crimen y dijo que recibió US$ 10 mil para transportar la cocaína desde Lima, Perú. Al año siguiente, fue condenado a muerte.

Traducción: Leonardo Vieira