Comunidad amazónica tradicional alberga concurso internacional
Habituada a recibir turistas de todo el mundo, la comunidad de Tumbira, situada en la Reserva de Desarrollo Sostenible del Río Negro en el estado de Amazonas, dará la bienvenida a equipos internacionales durante todo el mes de julio. Estos equipos no solo tienen interés en explorar la Amazonia de cerca, sino también en estudiar y documentar su diversa vida y hábitats. Tumbira es el escenario de la fase final del Xprize Rainforest, uno de los concursos más importantes de cartografía de biodiversidad en bosques tropicales del mundo, desafiando a los participantes a emplear tecnologías innovadoras para acelerar el monitoreo de la biodiversidad tropical.
Iniciado en 2019 con la participación de 300 equipos científicos de diversas nacionalidades y disciplinas, el concurso ha avanzado a través de varias etapas de investigación, desarrollo e implementación. Tras una semifinal competitiva en los bosques tropicales de Singapur, se han seleccionado seis equipos para competir en Manaos por una parte del premio de US$ 10 millones, destinado a los tres mejores grupos que presenten soluciones destacadas para la vigilancia y preservación de la selva tropical.
En la ceremonia de apertura el 4 de julio, Ana Lúcia Vilela, presidenta del Instituto Alana, un grupo dedicado al impacto socioambiental y financiador del concurso, enfatizó que, aunque los habitantes de la selva poseen un profundo conocimiento, es crucial avanzar en la búsqueda de soluciones para los desafíos emergentes que afectan principalmente a quienes son sus más dedicados protectores.
"Sabemos que la Amazonia alberga una población diversa, que incluye grandes y medianas ciudades, más de 180 pueblos indígenas, muchos de ellos aislados, y más de mil comunidades quilombolas, recolectores de caucho y otras comunidades tradicionales. Las investigaciones arqueológicas demuestran que estos bosques siempre han estado habitados", afirma Vilela, quien además explicó que el concurso surgió de una preocupación identificada en 2019: "la pérdida anual de biodiversidad superaba las capacidades de las tecnologías entonces disponibles para su cartografía".
Vilela cree que el conocimiento generado por el concurso debería tener un impacto positivo en las generaciones futuras, especialmente aquellas que viven en el bosque. "Los niños son los más afectados por tragedias evitables. Nos impactó ver imágenes de niños yanomami que sufren desnutrición y enfermedades debido a la minería ilegal, que contamina los ríos, mata a los animales y agota las reservas de alimentos. Estas amenazas son impensables e inaceptables en un país que ha adoptado los derechos humanos como principio fundacional desde su creación", declaró la presidenta del instituto.
Entre esas futuras generaciones se encuentran niños como Adrián Garrido Macedo y Nicolás de Alencar Santos, residentes en la comunidad de Tumbira, donde se llevarán a cabo las pruebas finales del concurso. El pasado sábado 6 de julio, observaron atentamente cómo se descargaban los equipos traídos por el primer grupo para evaluar sus tecnologías en el bosque.
Hasta el 23 de julio, cada uno de los seis equipos será evaluado por los jueces en términos cualitativos y cuantitativos relacionados con la recolección y producción de datos. Tendrán 24 horas para recopilar información bioacústica, imágenes y muestras de ADN de 100 hectáreas de la unidad de conservación, seguidas de 48 horas para procesar los datos en tiempo real y demostrar su escalabilidad. Todo este proceso será observado también por los residentes locales.
Transformación
Roberto Macedo, líder comunitario y defensor de la sostenibilidad en Tumbira, es un ejemplo de transformación a través del conocimiento. A los 12 años, comenzó a talar árboles para recoger madera, siguiendo una práctica transmitida por su padre y su abuelo, quienes también eran leñadores. Durante 26 años, este fue el único modelo de supervivencia que conoció.
En 2008, con la creación de la unidad de conservación, la comunidad empezó a ver surgir nuevas escuelas y oportunidades de empleo. A medida que la selva comenzaba a recuperarse, también lo hacía la vida de sus habitantes. Con el apoyo de la Fundación Amazonia Sostenible (FAS), Macedo se dedicó al turismo y se convirtió en uno de los principales defensores de la conservación del bosque en pie. "Antes valorábamos un árbol talado por su madera, pero ahora vemos las innumerables oportunidades que un árbol vivo aporta a nuestra comunidad. El turismo nos ha proporcionado una forma de trabajar en el bosque sin tener que abandonarlo. Hoy nos centramos en la sostenibilidad con conocimientos locales que defienden la Amazonia viva".
Tecnología
La Reserva de Desarrollo Sostenible del Río Negro, una unidad de conservación de 103.000 hectáreas, abarca los municipios de Novo Airão, Iranduba y Manacapuru. En la reserva viven 580 familias, de las cuales 140 residen en la comunidad de Tumbira, perteneciente al municipio de Iranduba.
Willian Soares Mendes, residente de la unidad de conservación, cree que la selección de la reserva para la ronda final del concurso subraya la importancia de conservar esta zona. "La tecnología que se está introduciendo en nuestro bosque es crucial para identificar problemas y comprender su futuro. Nos ayuda a conservar el bosque, que es vital para nuestro bienestar. Sin este bosque en pie, este evento ni siquiera sería posible aquí", afirma el empleado de la FAS.
Las pruebas continuarán en la unidad de conservación hasta el 23 de julio, pero los residentes esperan que los conocimientos adquiridos y registrados a través de la cartografía de la biodiversidad fortalezcan la capacidad de la comunidad para vivir en los bosques y cuidarlos. "Combinar el conocimiento local con los conocimientos académicos a través de la tecnología crea una poderosa sinergia que puede promover el desarrollo local, valorando la naturaleza viva y protegiendo el bosque para nuestros hijos y nietos, quienes se convertirán en los futuros científicos e investigadores de la región", concluye Roberto Macedo.