El 92% de las ciudades brasileñas ya registraron desastres climáticos
En un solo día, Luiz Antônio Ceccon vio toda su historia de vida y su trabajo en la Isla de la Pintada, en Porto Alegre, ser arrastrados por las aguas del río Jacuí. “Tenía cría de animales, era pescador, perdí el barco, perdí la red. Criaba animales, ovejas, cabras, cerdos, lo perdí todo”.
Luiz y su esposa son sobrevivientes de las lluvias e inundaciones que, en mayo de 2024, devastaron 468 municipios de Río Grande del Sur y afectaron a más de 2,34 millones de personas, dejando 183 muertos, 806 heridos y 27 desaparecidos.
En el norte del país, pocos meses antes de las inundaciones en el sur, en febrero del mismo año, la Comunidad de Tumbira, en el municipio de Iranduba, estado de Amazonas, comenzaba a recuperarse de un largo período de sequía, más intenso y prolongado que en años anteriores.
Sin lluvias, el río Negro alcanzó uno de sus niveles más críticos en décadas en septiembre de 2023. En los meses siguientes, las 140 familias de Tumbira –que dependen del turismo como principal fuente de sustento– se vieron drásticamente afectadas.
Desastres climáticos
El investigador Ronaldo Christofoletti, del Instituto del Mar de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), explica que la vida cotidiana de estas personas se ha visto afectada por lo que denominó "desastres climáticos" en el primer informe de la serie Brasil en Transformación, que analiza cómo los desastres naturales en el país se han intensificado debido al cambio climático en todo el planeta.
“Hay un dato que llama mucho la atención cuando vemos que el 92% de los municipios brasileños ya han registrado desastres, ya han sido afectados de alguna manera y que su frecuencia está aumentando.”
El estudio cruzó datos del Climate Change Institute de la Universidad de Maine, que evidencian el aumento gradual de la temperatura global tanto en el aire como en el océano, con los datos del Sistema Integrado de Información sobre Desastres (S2ID) del Ministerio de Integración y Desarrollo Regional, en los últimos 32 años (1991-2023).
Los investigadores concluyeron que, por cada aumento de 0,1 grados Celsius (°C) en la temperatura media global del aire, hubo un aumento de 360 registros de desastres. Cuando el mismo aumento ocurrió en los océanos, hubo un crecimiento de 584 registros. Esto representó un incremento promedio de 100 eventos al año en Brasil en el período de 1991 a 2023.
Durante este período, el estudio identificó 64.280 desastres climáticos y los clasificó en cinco categorías:
- Climatológicos: relacionados con la sequía (estiajes, incendios forestales y baja humedad del aire).
- Hidrológicos: relacionados con crecidas (lluvias torrenciales, inundaciones y anegamientos).
- Meteorológicos: relacionados con cambios de temperatura (olas de frío, olas de calor, ciclones, vientos costeros).
- Geológicos: relacionados con el desplazamiento de masas (deslizamientos, terremotos y erosión).
- Biológicos: relacionados con el desequilibrio de especies (epidemias e infestaciones).
“Cuando comienzan a ocurrir cambios ambientales más amplios, como la deforestación, la contaminación y el enriquecimiento de las aguas con nutrientes, se favorece la proliferación de diversos agentes infecciosos: virus, bacterias y otros. A partir de ahí, esto se convierte en un desastre biológico, porque no ocurriría de manera natural”, explica el investigador.
Del total de desastres climáticos, el 49,8% fueron climatológicos. Otros 26,58% fueron hidrológicos, el 19,87% fueron clasificados como desastres meteorológicos, el 3,32% como desastres geológicos y, finalmente, los desastres biológicos representaron el 0,35% de los registros entre 1991 y 2023.
Pérdidas
Los investigadores también concluyeron que por cada aumento de 0,1°C en la temperatura media global del aire, hubo una pérdida económica estimada de R$ 5,6 mil millones en el país.
“Todos estos datos sobre pérdidas económicas, podemos afirmar con certeza que están subestimados. Sabemos que son mayores, porque los datos que utilizamos para evaluar el impacto económico son solo los reportados por los municipios en la plataforma de desastres de la Defensa Civil”, explica Christofoletti.
Para el investigador, los impactos económicos afectan a la población de dos maneras: primero, de manera más directa, cuando los desastres climáticos afectan los bienes, las viviendas y los medios de producción de las personas; y una segunda vez, cuando el poder público necesita redirigir recursos a las necesidades emergentes creadas.
“Ese es dinero del gasto público que se destina a la reconstrucción, a la reparación, a la recuperación de las ciudades. Dinero que podría haberse invertido en educación, salud, en beneficio de la sociedad, pero que se está utilizando para reconstruir ciudades”.
El estudio también reveló que los impactos sociales afectan a un número creciente de personas. En los últimos cuatro años de la investigación, entre 2020 y 2023, casi 78 millones de personas fueron afectadas por desastres climáticos, lo que equivale al 70% del total de afectados en los diez años anteriores, entre 2010 y 2019.
Según el investigador, estos números reflejan impactos sociales que van más allá del número de víctimas contabilizadas entre muertos, heridos y afectados. Asimismo, Christofoletti menciona las pérdidas emocionales que no se cuantifican.
“Esa casa, especialmente para las poblaciones más vulnerables, venía de la madre, del abuelo, del bisabuelo. Contenía la historia de las personas en su interior. Son pérdidas que no se pueden medir y que tienen un gran impacto en la salud mental”.
Otro estudio desarrollado por el equipo del instituto de la Unifesp indicó que el 62% de las personas entrevistadas sienten miedo en los días con pronóstico de lluvias intensas en su región.
“Cuando el 62% de la población dice ‘Tengo miedo cuando va a llover!’, ya estamos hablando de un impacto en la salud mental. Las personas comienzan a sentir miedo y esto tiene un impacto muy fuerte, ya sea por la pérdida de esos bienes, no solo por el dinero en sí, sino por los recuerdos y el valor afectivo que tienen, o por cómo esto está afectando la salud mental en sí misma”.



